Regresando a las sendas antiguas
¿Por qué sendas antiguas? ¿Por qué esa frase, cuando el mundo se dirige irremediablemente hacia la modernidad? El avance de la ciencia es irreversible, la tecnología y el conocimiento caminan a pasos agigantados. ¿A quién se le ocurriría voltear los ojos hacia el pasado, hacia senderos viejos?
En esa vorágine de voces, hechos y descubrimientos surge de pronto una voz que nos dice, por medio de un profeta antiguo, el profeta Jeremías:
“Así ha dicho Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos” (jeremias 6:16).
Es cierto que la humanidad misma camina, como una sola, hacia lo nuevo, lo masivo, lo moderno, lo atractivo, lo de moda. Pero ¿por qué necesariamente es eso lo mejor para el hombre?
Todos los caminos conducen a Roma, reza el refrán, y la gente lo extiende al ámbito religioso: todos los caminos llevan a Dios, todas las religiones buscan lo mismo, pero el libro de Proverbios nos advierte que “hay caminos que al hombre le parecen buenos, pero el fin de ellos es la muerte”.
Todas las religiones parecen buscar lo mismo, pero no todas pueden dar el mismo resultado, porque es imposible que de la higuera saquemos uvas o que un árbol de manzanas dé como fruto cocos.
¿Cómo podrá el hombre hallar el descanso para su alma? Son cuatro pasos:
1) Pararse en los caminos. Es decir, detenerse un momento en su caminar. La vida pasa a una velocidad vertiginosa que, muchas veces, no nos da tiempo para detenernos ni un minuto para entender hacia dónde vamos, y por qué nos dirigimos hacia allá. Estamos tan ocupados en nuestro diario vivir, estamos tan descuidados en nuestro caminar, que la corriente nos arrastra sin darnos tiempo de nada.
2) Y mirad. Se trata de observar y cuestionarse hacia dónde nos dirigimos. Observar que todos los caminos parecen cruzarse y meditar sobre el fin de cada uno de ellos. ¿Hacia dónde se dirige el alcohólico? ¿Qué fin tendrá el que hace fraude? ¿Para dónde va el corrupto o el asesino? Y preguntarse uno mismo cómo va a terminar la vida propia, si seguimos caminando por donde vamos.
3) Preguntad por las sendas antiguas. Las sendas antiguas se refieren a los caminos ya experimentados, los senderos ya probados. Ahí no hay pierde. Son sendas que los antiguos hombres de Dios ya caminaron y no hay manera de perderse. Pero es sorpredente cómo la Biblia no esconde las debilidades ni los errores de los antiguos. Lo que quedó escrito, para nuestra enseñanza quedó escrito, para que esos errores no los cometamos nosotros, pero que sí caminemos por el sendero de la fe, del amor, de la confianza absoluta en Dios, y un largo etcétera. Por eso enfatiza la recomendación bíblica: cuál sea el buen camino, porque no es suficiente que sea antiguo para que sea un buen camino: el camino andado por Abel es tan antiguo como el de Caín, por eso debemos considerar los resultados, las consecuencias y, sobre todo, si esos caminos le agradaron a Dios.
4) Andad por él. Ésta es la clave de todo. De nada serviría meditar todos los días, observar detenidamente, preguntar por la sendas antiguas y hasta encontrar el buen camino… si no estamos dispuestos a caminar por él. Esa fue la respuesta del pueblo de Israel en el tiempo del profeta Jeremías. Ellos dijeron: No andaremos. Esa es y puede ser la diferencia en tu vida. Qué tan dispuesto estás a tener un encuentro con Dios (que implican los tres pasos anteriores) si no vas a seguir Sus pasos. Jesucristo dijo claramente: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida, y nadie viene al Padre si no es por mí”. ¿Estás dispuesto a encontrarte con él, a seguir sus pasos?
Y a ti, hermano, que ya encontraste el verdadero camino, ¿para qué sigues buscando? No te muevas de ese camino, de la sana doctrina, de la Roca inconmovible de los siglos. Al contrario, prosigamos firmes hacia el blanco de la soberana vocación, que es en Cristo Jesús.
Dios te bendiga abundantemente
by http://lavozdelamado.wordpress.com
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